Guías del Eje 1 (N° 1 y N° 2)
Capítulo I. Revolución industrial y arquitectura (1760-1830) (páginas 15 a 79 - paginación propia del libro)´
Una breve introducción que me parece sumamente importante para comprender relaciones entre cambios en campos diversos:
"Existe un obvio desacuerdo entre los razonamientos que se hacen y las cuestiones por resolver. Una cuestión real y llena de dificultades es interpretada en términos ideales y resuelta del mismo modo, haciendo abstracción hasta de los obstáculos más importantes; una situación plenamente dinámica es debatida en términos estáticos, y los razonamientos se plantean de manera absoluta, como si las tesis defendidas valiesen como principios eternos y naturales. No obstante las dificultades concretas son patentes y visibles a los ojos de todos, por lo que la abstracción que se hace es en cierto modo deliberada, según una convención tácitamente aceptada por todos. Los términos del razonamiento teórico son aparentemente muy claros, pero en el fondo ambiguos.
Las palabras empleadas por los políticos, los patronos y los obreros, no tienen el mismo significado: "libertad" representa para unos un programa deducido de filósofos enciclopedistas; para otros una reducción de controles estatales ejercidos sobre sus iniciativas; para los últimos el derecho de alcanzar un nivel de vida razonable. No obstante, todos esgrimen las mismas frases, y aceptan, por cálculo o por costumbre, que la disensión se lleve a nivel de las metáforas. De este modo la formulación a la que se llega parece resolutiva e inapelable, pero en realidad es hipotética y provisional; en lugar de cerrar la cuestión, abre una serie ilimitada de nuevos desarrollos.
Esta constatación es válida en otros muchos campos. La teoría se demuestra incapaz de resolver las dificultades prácticas de los procesos que ella misma ha ayudado a poner en movimiento y solo conserva su coherencia restringiendo, convencionalmente, su propio alcance.
Ya que el éxito de la arquitectura depende del equilibrio entre la teoría y la práctica - y, dado que, en última instancia, las condiciones de los obreros de la construcción forman parte de la arquitectura, a pesar de que la cultura de la época no se muestra dispuesta a admitirlo - nuestro análisis debe comenzar en este punto.
¿Es acaso aventurado decir que la Ley de Le Chapelier se superpone al naciente problema de la organización sindical del mismo modo como las fachadas neoclásicas se superponen a las incipientes construcciones industriales, que llevan implícitas unas muy otras exigencias?
En ambos casos se da por resuelto el problema estableciendo la coincidencia entre ciertos modelos teóricos y la realidad concreta. En cambio, queda abierto un proceso de revisión de toda la cultura contemporánea, del que saldrán profundamente cambiadas las convicciones habituales sobre economía, política y arquitectura.
Es decir, no se puede empezar a hablar de arquitectura, pasando por alto la naturaleza y los límites de lo que se entiende por arquitectura en ese momento. Se hace necesario considerar los cambios sociales y políticos, los juicios formulados por la cultura de la época sobre tales mutaciones, y el lugar que ocupa en estas relaciones, el sistema de conocimientos y experiencias heredados de la tradición arquitectónica anterior."
A partir de aquí ya Benévolo comienza a abordar directamente la Revolución Industrial...
1) Cuáles son las relaciones que establece el autor entre Revolución Industrial y arquitectura europea?
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