“El peso del mundo” es el diario que,
Peter Handke (2019)3, escribe entre noviembre de 1975 y marzo de 1977, “crónica
inmediata de las percepciones, la crónica de una conciencia”. A modo de
crónica de esa conciencia, este texto pretende reflexionar, en la inmediatez,
lo urgente y necesario de este turbulento mundo, para compartir las
percepciones sobre aprendizajes y enseñanzas vitales de los tiempos disruptivos
en que nos zambulle un virus.
Tres
preguntas animan el ejercicio propuesto. La primera está vinculada en torno a las fronteras entre
normalidad y excepcionalidad. Vivimos en un tiempo que percibimos como
excepción, en el que la posibilidad de la muerte y la desolación aparecen en el
centro de la escena. Imágenes de calles que estábamos acostumbrados a ver
colmadas de gentes, hoy totalmente vacías, pasillos de centros de salud
atestados de ansiedades en búsqueda de sostener la vida, filas de innumerables
féretros sin identificación ni duelo, en lugares lejanos que nos parecen muy
cercanos. El mundo está teñido de una paleta de rojos que va mutando de acuerdo
con las estadísticas de cantidad de víctimas y enfermos contagiados, lo
seguimos en directo desde el interior de nuestras casas. ¿Es este el desenlace
de la narrativa moderna sobre el progreso indefinido y a la vez la contracara
asociada a la desigualdad, la pobreza y la necropolítica?
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